martes, 5 de mayo de 2009

La traición del corazón

Yo cursaba el primer año de la secundaria, salí al recreo como todos los días y cuando estoy en el patio siento que algo toca mi pierna derecha.
Al volver la vista hácia atrás veo un cachorrito moviéndome su rabito. A mí me encantan los animales, especialmente los perros, entonces lo cargué en mis brazos y andaba en el patio con él.
Mi profesor de historia pone su mano sobre mi hombro y me dice: Señorita Ezcurra, ¿podría qcompañarme a dirección por favor?
Martina: ¿Qué hice profe, había lección para hoy?
Profesor: Acompáñeme por favor.
Yo estaba aterrorizada, pensando cuál era mi falta.
Al ingresar allí, el profesor se sienta a mi lado y me pregunta:
Profesor: ¿Es tuyo el perrito?
Martina: No profe, lo encontré en el patio.
Profesor: Y te lo pensás llevar?
Martina: No, yo encantada, pero mis viejos me matan
Profesor: ¿Entonces para qué lo agarraste?
Martina: Porque me dio mucha pena, y a mí me encantan los animales
Profesor - Entonces en lugar de vos servirle al animal, el animal te sirve a vos
A mí se me calló una pequeña lagrimita.
Continuó: Te voy a contar una cosa: Hace unos años atrás, yo trabajaba en un horferinato, y los domingos eran día de visita, sacábamos a los bebés al parque y los poníamos sobre lonas en el solcito. Habían junto a ellos, dos jovencitas que impedían que la gente los tocara, o los alzara.
Martina: ¿Pero por qué profe?
Profesor: Porque si tenían contacto con ellos, y luego los dejaban, los niños sentían una censación de abandono, nuevamente, No te holvides que ya han sido abandonados antes por sus padres biológicos.
Martina, con lágrimas en sus ojos pregunta - ¿Qué me quiere decir con eso profe?
Profesor: Que si no te vas a llevar al cachorrito, aunque te duela, hechalo, porque después vos te vas y el animal vuelve a quedar sin familia otra vez.
Martina: Pero yo...
El profesor interrumpe: Sé que tenés un nuen corazón, pero después de esta charla, quedea en vos la decisión que tomás.
Salí de la dirección con el perro en brazos. Llorando y con todo el dolor de mi alma, lo puse en el piso y le dije: fuera!, no quice volver la vista hácia atrás.

Hola amigos, les confieso que se me cáen las lágrimas al recordar ese día y sobre todo, las palabras de mi profesor de historia.
A veces, el corazón nos juega en contra, como me pasó a mí.
En algunas ocasiones, por más que nos duela, no debemos dejarnos llevar por el corazón, si no por la razón.
Gracias queridos amigos, por formar parte de mi blog. Hasta siempre.

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